martes, 17 de julio de 2012





Capítulo 10


La boda transcurrió con normalidad, durante la ceremonia mi posición de dama de honor me ubicó justo frente a Santiago, no pude dejar de observarlo, que delicia de hombre, el olor de su perfume se mezclaba con el aroma a virilidad que brotaba de su cuerpo. El notó mi mirada y en ningún momento se incomodó, mantuvo su postura firme, me enfrentó serio y persistente se notaba la mezcla de curiosidad y deseo. Era evidente que si realmente estaba comprometido, algo en el mismo se estaba quebrando. Mordí mi labio inferior humedeciéndolo y bajé mi mirada desde sus ojos a su boca, el entendió el gesto y sonrió. Su sonrisa fue un “si, también me gustas”. El mundo no existía para mí. Yo estaba perdida en la idea de que mis labios estuvieran a 2 centímetros de los suyos susurrándole cosas hasta comernos la boca mutuamente.

Cuando terminó la ceremonia me escabullí enseguida hacia el baño tenía que sacarme ese vestido horrible, tenía de repuesto un vestido negro sin espalda y con un  escote tan profundo que el vestido parecía estar dibujado sobre mi piel. En la fiesta revolotee, bebiendo algunas copas, observando a la gente, conversando con mis amigos. Podía sentir la mirada de Santiago clavada en mí, recorriendo mis hombros redondeados, mi espalda desnuda, mis pechos que con cada movimiento parecían querer escapar del escote. Su prometida lo sostenía con fuerza de un brazo pero no le prestaba mucha atención solo hablaba con otros comensales. Caminé directo hacia él. Y rozándolo con mi perfume de mujer a punto de estallar de calentura, lo miré profundamente a los ojos y apenas le sonreí. La invitación estaba hecha.

Salí del salón y camine por el pasillo hasta llegar a una pequeña habitación con la puerta cerrada pero sin llave. Entré dejándola entreabierta a mis espaldas. Cuando giré el estaba allí. Tomó mi mentón con una mano empujándome contra una pared. Me observó de cerca unos segundos.
-Estabas tardando-, le dije, y me besó profundamente, recibí su beso con la boca abierta, nuestras lenguas se enredaron acariciándose violentamente mientras nuestros labios se devoraban ansiosos. Se alejo unos pasos y sin soltar mi cara con su mano firme pero dulce y mirándome intensamente me dijo:
-¿De dónde saliste?- No respondí, solo lo miré fijo con mi boca entreabierta y saboreando los restos de su saliva en mis labios. Me giró rápido mis pechos quedaron apretados contra la pared y también mi mejilla derecha. Todo el peso de su cuerpo caía sobre mí, mientras su aliento acariciaba mi oreja  produciéndome un cosquilleo intenso y cálido. Su mano izquierda siguió el camino desde la base de mi cuello recorriendo toda mi columna vertebral hasta el comienzo de mi trasero, dejando que unos dedos se deslizaran por el escote infinito
 -Adoro cuando las mujeres olvidan la ropa interior- dijo, y esa misma mano ascendió recorriendo mi cintura hasta encontrarse con uno de mis senos que con la presión sobre la pared ya comenzaba a escaparse del vestido. Mientras sus dedos jugueteaban con mi ya duro pezón su otra mano se dedicó a levantar mi vestido mientras acariciaba primero mi pierna luego mi trasero para adentrarse en busca de mi ya empapada vagina. Acarició los labios mayores tan solo unos segundos porque la humedad que allí encontró facilitó que sus dedos se perdieran dentro.
-Desde que te vi ayer, supe que te tendría dentro de mí- le dije con mi voz cortada por la excitación. Acercó sus dedos empapados en mis jugos a mi boca frotándolos por mis labios. Mientras una de mis manos ya se había deslizado bajo su pantalón y apretaba suavemente al tronco de su falo erecto. La humedad que lo cubría era la señal de cómo su  lujuria iba en aumento. Notaba su virilidad creciendo mientras mi mano lo recorría sin parar, separando la piel de su glande hirviente cada vez que iniciaba el recorrido.
-¡¡No aguanto más- me dijo- no sé quién sos y no me importa, quiero cojerte ya!!
-Si lo haces ahora, voy a ser para vos todo lo que siempre quisiste- le dije. Dio un paso atrás para girarme y cuando quedamos enfrentados, aproveché para desabrocharle el pantalón que cayó junto con su slip quedando enrollado en sus tobillos. Él desabrochó mi vestido, que apenas se sostenía alrededor de mi cuello, y deslizándose quedó en el suelo. Quedaron ante sus ojos mis pechos con forma de gota perfecta. Mi cintura pronunciada y mis caderas redondeadas de hembra diseñada para el placer. Yo lo miraba con voracidad, el sabor de su saliva el olor de su sexo firme, la tersura de su piel ya habían despertado mi hambre de vampiro. Deseaba tragármelo entero pero más que nada deseaba que hundiera ya su pene en mi. El quedó helado ante mi imagen, todas mis feromonas lo atacaron de golpe. Estaba gozando solo con verme.
Lo acaricié suavemente desde los testículos y subiendo por su verga que parecía a punto de explotar con un suave tirón lo acerqué a mí. Acerqué mi boca a su oído y le susurré   
-Ya la quiero adentro- esa frase lo saco del sopor. Tomó mi cintura y yo introduje su pene duro y mojado en mi vagina que se abría completamente dejándolo penetrarme suave y profundamente. Podía  sentir como  el néctar de mi deleite lo bañaba, como mis labios lo tragaban y él se sumergía en mí intensamente. Mis piernas lo rodeaban atrayéndolo, sujetándolo, permitiendo que me embistiera casi brutalmente. Mis jugos empapaban su ingle sus piernas y las mías, mi clítoris se presionaba contra su pene, mientras entraba y salía de mi.
Pudimos escuchar voces en el pasillo que estaba justo detrás de la pared en que nos apoyábamos. Identifiqué una de las voces, era ella, su chica, le preguntaba a alguien si lo había visto. Estaba allí. Una pared la separaba de su novio que gozaba en silencio. Yo sentía los gemidos atragantados en mi pecho y aún más excitada por saber que ese macho hermoso me cogia con todas las ganas del mundo, mientras escuchaba la voz de la mujer a la que le prometió matrimonio. Sentí como desde lo profundo de mis entrañas nacía una onda expansiva que estaba convirtiéndose en uno de los orgasmos más grandiosos que he tenido. Lo apreté fuertemente con mis piernas dejando que los espasmos de placer recorrieran mi cuerpo mientras su pene latía dentro de mi y saltaba frenéticamente al tiempo que su semen tibio llenaba mis genitales, los dos hervíamos y no podíamos dejar de acariciarnos y besarnos.

-Prométeme que te voy a volver a ver- me dijo. Lo tomé con ambas manos del rostro y le dije:
-Desde el momento en que te elegí, sos mío. Me vas  a ver mucho más de lo que crees, yo sé cómo encontrarte- y lo besé en la boca, fue un beso dulce, un beso casi romántico.
-Ahora tenés que volver con tu novia antes que piense que te escapaste- se vistió y se fue. Yo me vestí, esperé un rato largo antes de salir y me fui directo a mi casa.

Esa noche dormí y soñé con su deliciosa sangre que no probé ni probaría nunca, no el sería mío sin trucos…  

domingo, 17 de junio de 2012


Capítulo 9


-¡¡Verónika!! ¡¡Verónika!!....- desde mi sueño escuche mi nombre, me dio algo de trabajo reconocerlo, hacia tiempo que nadie me llamaba por mi nombre; ¿cuánto tiempo hacía que me había aislado del mundo?
-¡¡Por dios amiga hace 3 semanas que nadie sabe nada de vos!! ¡¡Desapareciste!! ¿Qué te pasa nena parecés muerta?
-Mmm…, abrí los ojos lentamente y la miré con desdén, si he estado un poco distante, no sé creo que estuve un poco enferma y algo deprimida no he querido salir de casa, me la pasé durmiendo.
-OK, espero que ya estés bien y que recuerdes que mañana se casa Cintia, ¿te acordás no? ¿Y que vos sos una de las damas de honor, lo tenés presente?

La miré un minuto largo, si me acordaba de todo eso, tenía que ponerme ese odioso vestidito verde agua lleno de volados de tul. Justo lo que necesitaba. Tener que disfrazarme de de niña inocente y tonta para festejar el amor y la unión, bla,bla,bla, suspiré…
-Claro que me acuerdo, hasta tengo mi vestido para la fiesta. Porque no sueñes que me ponga a bailar el vals y aparezca en todas las fotos con ese asqueroso vestido de carnaval.
-Ja ja  ja, ¡¡sos guacha!! Por fin la Verónica que conozco ha vuelto. Me vas a acompañar a comprarme algo para mañana. Vos sos la única persona que conozco que tiene buen gusto.
Asentí con la cabeza, supongo que no me haría mal volver a la realidad, pensé. Miré  a la mesita del teléfono. El audífono colgaba, la rosa negra en una copa de champán descansaba allí y me recordaba cómo ha cambiado mi vida.

Caminamos toda la tarde, recorrimos locales de ropa, tomamos helado, volví a sentirme yo. Estábamos sentadas en una mesita en la terraza de un café, cuando Jésica con su clásica extroversión gritó…
-¡¡Ah!! ¡¡Santiago!!- Y mientras gritaba sacudía una mano en forma muy exagerada saludando a  alguien a mis espaldas. Giré suavemente y ví a un atractivo hombre de pelo castaño oscuro que apenas le rozaba los hombros, lo llevaba mojado y peinado hacia atrás. Una barba de 2 días le daba un aire de descuido, cuidado. Usaba un jean ancho y oscuro y una camisa suelta por encima del pantalón. Caminaba con gracia, su sonrisa blanca y perfecta, me resultó maravillosamente sincera. Sus ojos marrones con un dejo verdoso brillaban intensamente por el característico resplandor del sol cuando se deja morir.
Me quedé viéndolo y noté como mi piel se enfriaba de golpe por el sudor frío que me invadió. Mi nariz se llenó de su olor, y  sentí una saliva salada llenándome la boca, adormeciéndome la lengua. Mis pupilas se dilataron completamente. Estoy segura que mis ojos brillaban con intensidad porque él se quedó viéndolos, sin apartar la vista de ellos aún cuando en ningún momento le hablé, ni me habló más que para decir hola, un hola que no respondí. Jésica hablaba y hablaba, yo no escuchaba nada de lo que ella decía. Mis oídos estaban aislados del mundo solo podía escucharlo a el, pero no  sus palabras sino los sonidos de su cuerpo. Escuche como su sangre corría por sus venas, los latidos de su corazón. El sonido que el viento hacía al mover su camisa. Inspiré profundo dejando que mis pulmones se llenaran de su olor, sudaba y en su sudor se percibía su vigor de hombre, su delicadeza de artista. Un artista frustrado, que guardaba un deseo contenido, que no pude descubrir y que conquistó mi curiosidad. Antes de irse nos saludó a ambas con un beso en la mejilla, sentí su piel en mi piel  me quemó su ardor. Un chucho recorrió mi espina dorsal y se instaló en mi entrepierna y se quedó allí por lo que quedó del día.
Esa noche no recibí ninguna visita, simplemente dormí y soñé con aromas miles, con caricias de muchas manos y besos de muchas bocas. Soñé con los rostros de las personas que me obsequiaron sus cuerpos y su sangre. Me desperté inquieta como siempre, pero sabía que en este día era muy importante mantener la calma, tenía que asistir a esa boda como una persona normal. Prendí la tele para entretenerme y sonó el teléfono… -¿Verónika?; - Hola Jésica ¿cómo estás?;
-Bien ansiosa por la boda; mirá te llamé porque quedé un poco preocupada por vos, ayer estabas como ida en el café, cuando vino Santiago. ¿Estabas bien?
-Ah… si perfecta. Solo pensando en pavadas y además como yo no lo conozco no quise meterme en su conversación y… ¿Quién es Santiago?
-Es el mejor amigo del novio de Diana, ¿no está divino?
-Mmm si está.
-Pero lamentablemente está comprometido con la bruja de la cuñada de Diana, esa piba si que es una víbora.
…. Mmm así que Santiago va a estar esta noche…






miércoles, 28 de marzo de 2012





Capitulo 8

Llegue a mi casa, apenas atravesé la puerta percibí dentro una presencia extraña; aún estaba oscuro pero comenzaba a amanecer. Di dos pasos y una fuerza extraña me tiró hacia la pared.
 -Hace horas que te espero- me dijo. Sentía su aliento frío en mi cuello, su pecho agitado sobre el mío.
-¿Qué estás haciendo Princesa? no te estás alimentando por completo. Sólo estás quedándote con sus emociones y sentimientos. Los humanos se destruyen a sí mismos con esas emociones que tu te tragas, debes comprender cuál es el motivo de tu presencia en este mundo. No has venido aquí solo para redimirlos, debes elegir aquellos que de verdad te alimenten, y debes matarlos. En tu corazón humano ya está latiendo el espíritu de la asesina que eres.
Me excitaba mucho su cuerpo contra el mío, el movimiento que con su mano hacía contra mi trasero y la manera como rozaba su pubis contra mí. Pero lo que más me estaba enloqueciendo era su voz áspera susurrando en mí oído y las palabras que pronunciaba. Me hablaba de sangre, de sexo, de locura, de muerte.
Entendí todo. Mi deber aquí era sembrar una semilla en los humanos. Una semilla oscura que para muchos significaría dolor, para otros, muerte. Y para muchos otros, libertad.
Lo bese muy profundamente con mi boca semi abierta y mi lengua dispuesta a encontrar pronto la suya. Apreté mi cuerpo contra el suyo en clara muestra de deseo, el tomo mis caderas y me alejó.
-Debes entender que no tengo ningún derecho a poseerte Princesa- lo miré fijamente,  tomé su rostro con mi mano y le dije:
- Lo que he entendido es que tú eres mío y serás mío de la manera que yo más quiera. Y en este momento no me importa nada lo que pasa afuera, sino que en mi interior hay un deseo intenso de sentirte dentro de mí. Un deseo de que me hagas sentir tu piel contra mi piel, de que tu boca recorra mi cuerpo. Que tragues cada uno de mis jugos. Que sientas como te abraza mi carne, como te domina mi ser. Si es verdad que eres mi esclavo, quiero que hoy te quedes aquí. Y que tú tragues mis emociones desesperadas. Que me hagas explotar y gritar. Que no pueda sentir ni un músculo tieso. Y que el calor de la explosión, quite de mi esta sensación de vacío inmenso.
 Me miró me beso y rodamos por el suelo, hizo todo eso y mucho más, hasta que quedé dormida.

Un par de horas después, me despertó el teléfono, cuando se activó la contestadora. Escuché una voz conocida que hacía mucho tiempo no escuchaba. No lo podía creer era el hombre que hace mas de dos meses me rompió el corazón cuando lo descubrí teniendo sexo con su vecina del piso de arriba. ¿Me está llamando y quiere verme?, de repente se me ocurrió algo.
-Mmm, este pendejo debe saber rico. Ok,  querés verme, entonces nos veremos por última vez… a vos querido… no te voy a tener piedad.
Me vestí con la ropa que sé que le gusta, me maquillé y me fui a buscarlo, pero antes, llamé a su querida vecina, y con un poder que no sabía que tenía me hice pasar por él… -¿podes pasar por casa en una hora? Te extraño…- ella me creyó.
Llegué en menos de una hora y sin dejar que el dijera nada lo besé. Se entregó tan fácilmente. Lo llevé a la cama y lo deje atado a la misma y con los ojos tapados.
 -Hoy tengo ganas de jugar- le dije -sé que te va a gustar- puse la música alta para que no escuchara el timbre. Y cuando su vecina llegó usando mi perfecta imitación de la voz de él, le dije que entrara con los ojos cerrados. Lo hizo como la trola estúpida que es, riéndose con esa risita de nena boba y alzada. La llevé hasta el dormitorio y no abrió los ojos, allí se los tape con un pañuelo.  A él le tape la boca y le destapé los ojos.
-Quiero que veas a qué y con quién quiero jugar- le dije al oído.
Creo que no supo que pensar cuando me alejé de él y me acerqué a ella desde atrás tomándole los pechos con mis 2 manos y besándola en el cuello. Deslicé una de mis manos y le subí la falda para introducirla  bajo su ropa interior. Ella se retorcía con mis dedos y el perecía excitado, muy excitado. La dejé ahí parada sin poder moverse casi como una muerta en pie y  excitada. Me trepé en la cama hasta quedar en cuatro patas arriba de él.
 -¿Te gusta verdad? Esto te va gustar más…
 Baje con mi boca por su vientre hasta llegar a su ingle y recorrí su miembro con mi lengua húmeda. Su olor me dijo todo… él sería mi primera víctima verdadera. ¡¡Por infelíz!! ¡¡Y por estúpido!!¿Para qué quiso volver?
Se lo lamí por unos minutos para que se ilusionara con el placer máximo. Cuando aumentó  por completo la presión sanguínea en su virilidad, lo mordí y esta vez si me tragué  toda la sangré con voracidad ilimitada. Dejando que llenase mi cuerpo y me saciara el deseo de hacerlo sufrir. Cuando note que ya no respiraba lo dejé y me acerque a su adorada vecina, que seguía parada allí inmutable. Aun disfrutando de la sensación que mis manos habían dejado en su  piel, me acerqué y la bese en la boca dejándosela llena de la sangre de él y desaparecí de allí. En el segundo que reaccionó y lo vio bañado en sangre sobre la cama, levanto su mano tocando la sangre en sus labios.
No pudo recordar nada, quedó así, parada como si nada, pensando que ella misma lo había matado. 

jueves, 8 de marzo de 2012


    


Capitulo 7


        Me desperté sudando, las sábanas se pegaban a mí como una segunda piel. Mi cuerpo estaba vigorizado, mis sentidos alertas. Yo me sentía completamente feliz, pero ¿era "feliz" la palabra que realmente describía mi estado emocional? Podía decirse que si, era una especie de felicidad con un pequeño sabor a perversidad lo que yo sentía. Por primera vez en mi vida tenía poder, dominaba algo, solo debía descubrir cómo usarlo, en qué podía beneficiarme.

         Me asomé a la ventana, ¿recuerdan que vivo en un décimo piso?, desde allí podía  distinguir el olor de las personas que transitaban por el lugar. Olí al tímido, ese que no sabe como declararle su amor a su compañera de trabajo, olí a la arrogante estudiante de derecho que cree ser la única merecedora de la beca al exterior para su generación. Y me llegó el sabroso aroma de una pareja que se propinaba cariñoso amor en un coche estacionado a una cuadra de aquí. Era una combinación exquisita. El deseo desenfrenado e herviente de él y el calor de ella. Que crecía cuando el le hablaba y acariciaba dulcemente y descendía de golpe cuando la estrechaba con mayor fuerza.

       Esa indecisión de ella, a él lo desesperaba más. Me resultó que esa emoción de querer y no querer debía saber muy bien. Cerré lo ojos para concentrarme en esos deseos esquivos, en esa pasión de a ratos. Tanto me concentré que cuando abrí los ojos estaba parada allí junto al coche. La noche los ocultaba de la gente, el quería poseerla ahí mismo, ella no podía decidir qué quería. Los observé de cerca, ellos no podían verme, el comenzaba a levantarle la falda mientras besaba su cuello, ella se reía quieta dejándose besar y dejando que la mano llegase hasta avanzado su muslo para allí detenerlo.
 -Por favor aquí no- el retrocedía, no para detenerse sino para tomar impulso. Se había transformado en una danza de retroceder y avanzar y era ella la que llevaba el ritmo.

        Mi pecho se inflamó con el olor que ella emitía, era aún más fuerte que el de él. Era un olor narcótico; sentí como mi esencia se fundía con su aroma y mi cuerpo se diluía para convertirse en un vapor espeso de un perfume indecente. Transformada en vapor entré al coche y recorrí el cuerpo de él analizando las emociones que provocaba en ella, sentí claramente lo que pasaba allí. De verdad lo desea pero sabe que a todas las que seduce dejan de ser instantáneamente importantes para él. No valora a ninguna mujer. Sentí exactamente lo mismo que ella, lo odié y lo desee con todas mis fuerzas.
Me deslicé dentro del cuerpo de la chica en una de sus inspiraciones y cuando él le acariciaba un pecho abrí mis ojos desde allí dentro. Supe que yo tenía todo el control, lo observé y pensé... -ahora tú macho irresistible serás mío-. Tomé la mano que acariciaba mi pecho por encima de la blusa, él se dispuso a retroceder, pero acerqué su mano a mi boca y pasé mi lengua por su dedo humedeciéndolo y sin dejarlo reaccionar lo introduje a través de mi escote; me miraba sin poder creer, quiso avanzar encima de mí para besarme, pero no contó con mi fuerza, de golpe volvió a quedar sentado en su asiento, pero conmigo sentada en su regazo, no pudo emitir palabra porque cerré su boca con un beso profundo.
En 3 minutos yo ya no tenía blusa y el no tenía pantalones, estaba tan rígido y yo tan lista que fue muy fácil hacerlo entrar en mí, resistió bien el abrazo de mis piernas y se dejó llevar por mis movimientos de desenfreno, en un momento quiso controlar la situación y no pudo; cuando sentí venir mi orgasmo y supe que provocaría el suyo le permití llegar casi al final y en este preciso instante, mordí su cuello con la misma fuerza con la que acabé. El explotó multiplicado por 2, sentí como ambos líquidos me llenaron de golpe, su sangre llegó hasta mi garganta, su semen hasta mi matriz. Cuando lo miré supe que murió con placer, no iba a regalarle eso. De mi mano marcada comenzaba a brotar su sangre limpia la coloqué sobre su herida abierta y mientras su cuerpo la absorbía con hambre le susurré al oído... -este es el fin de tu preciada libertad, a ésta mujer la amarás sumisamente-. Y me fui de allí como vapor espeso, llevando en mis entrañas su voracidad de seducción para acrecentar la mía.
Ellos quedaron allí, ambos dormidos, embadurnados en aromas y fluidos de pasión.






lunes, 5 de marzo de 2012







CAPITULO 5



Sentí como una chispa de alegría en mi corazón. ¿Soy tan importante para alguien como para sentirse mi esclavo? ¿O acaso realmente es así? ¿Tal vez sea verdad que me estaba buscando? No para darme el  regalo de la inmortalidad. Sino para despertar un don que ya vivía dentro de mí desde siempre. Necesitaba respuestas. Miré la hora. El reloj marcaba las 23:30. Ya era tiempo que saliera a descubrir que estaba esperando por mí, oculto en la noche. Caminé por la calle un rato largo como sin rumbo. Una sensación en mi pecho era mi guía. Me detuve frente a una puerta de donde salía una música extraña, profunda, como salida desde el centro de la tierra. Sentí un calor intenso entre mis piernas, esa era la señal allí me esperaban.
Entré, el lugar estaba apenas iluminado con una luz color rosa que apenas permitía ver a la multitud que bailaba a un mismo ritmo. Como si fueran todos un mismo cuerpo unido. Los haces de luz blanca llevaban el ritmo y me dejaban ver los rostros eufóricos y sudorosos que inspirados por un éxtasis de otro mundo solo se dejaban llevar por la música.
Miré el lugar más detenidamente, todos se veían hermosos. Hombres y mujeres tocándose, besándose, saltando, riendo y gritando. Caminé entre la multitud. Ellos no percibían mi presencia. Yo sentía como si todo el calor y la vida que latía en sus corazones alimentaban mi alma. Me estaba transformando por dentro. Todos mis sentidos estaban alerta. Entonces, entre todos los olores del lugar uno me llenó la boca y entró a mí, despertando mi sangre. La busqué y la encontré abrazada a un hombre muy guapo y notoriamente adinerado. Era ella, la joven de la tienda. Era la mujer más bella del lugar y también la más frívola. Solo con concentrar mi vista, mi oído y mi olfato en ella comencé a percibir sus emociones y deseos. Era una de esas jóvenes que se ha dejado encandilar por esta sociedad consumista y perversa en la que vivimos. Ella solo ha aprovechado los atributos que le regaló la naturaleza. El hombre que estaba a su lado se veía completamente encandilado e incluso manipulado por su personalidad de niña de aparente inocencia pero decidida sensualidad. Pude oler claramente los sentimientos de ella hacia este hombre y no eran de amor, ni mucho menos de deseo, sino de necesidad. La de ser parte de una posición a la que ella no pertenece. También sentí su temor a que el encontrara a otra más capaz de satisfacer sus deseos.
En determinado momento ella notó mi presencia y su mirada quedó fija en mí.  Pude darme cuenta qué era lo que yo despertaba en ella. Un deseo incontrolable de abandonar ese proyecto de vida tan vacío que se armó. La miré fijamente y le sonreí con ternura. Instintivamente caminó hacia mí. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que ambas sintiéramos nuestros alientos intercambiarse; la tomé del brazo y la saqué de allí.
Su sangre sabía a perfume caro, demasiado dulce para mí. Casi no pude tragarla. Cuando ese sabor invadió mi boca me alejé de golpe. Pero ella me miraba suplicante quería que continuara. Como si mi mordida le produjera alguna especie de placer o alivio. Sin embargo yo, con cada trago solo sentía como sus angustias y frustraciones invadían mi alma. Empecé a sentir por ella un asco profundo. Que persona tan mínima y tan carente de sueños y esperanzas.
Me detuve de golpe, se encontraba apenas consciente, temblando y gimiendo. No sufría, estaba disfrutándolo. Yo sentí de golpe un dolor profundo en el pecho y unas ganas intensas de vomitar. De mi boca salieron volando millones de mariposas negras que se llevaron en sus alas todos los sentimientos de dolor que bebí en su sangre. La marca en la palma de mi mano comenzó a arderme. La observé y sangre comenzó a brotar desde allí limpia y dulce, como miel pura. Apoyé mi mano sobre la cicatriz que yo misma dejé abierta en su cuello. Su cuerpo absorbía cada gota como una planta sedienta. Miré su rostro se veía serena y bella. Su piel bronceada estaba recuperando la tersura extraviada quién sabe cuándo y dónde. Con mi otra mano acaricié su rostro y la besé suavemente en la boca, la sentí suave y carnosa pero aún dormida. Después de unos minutos despertó y me observó con un nuevo brillo en su mirada. Se quedó llorando con la intensidad del alivio profundo, como lloran todos los que han vuelto a nacer.
Yo me fui  de allí sintiéndome más viva y excitada que nunca. Esperaba encontrar en mi cama el abrazo y los besos de mi amante eterno y hermoso. Guardando la esperanza de esta vez poder recordarlo todo.















 CAPITULO 6



Cuando llegué quedaban en mí los vestigios del suceso que acababa de vivir hace unos minutos. Durante todo el camino no dejé de pensar en la piel suave y hermosa de la joven. Todavía sentía en mi boca el sabor de su sangre y en mi cuerpo el calor de su beso. Estaba empapada de deseo; en mi cama no pude evitar acariciar mi cuerpo como si recorriera el suyo. Oía en mi cabeza la música de sus gemidos y sentía en mi vientre el estremecimiento de sus músculos, el palpitar de su corazón. Nunca había sentido deseo por otra mujer y nunca me había masturbado con tanta dedicación, mis dedos se humedecían en mi interior deslizándose hacia lo más profundo encontrado en mi lo que hubiese sido su gozo de haberme atrevido. Fui dejándome llevar por ese placer intenso hasta que deje de percibir el mundo a mí alrededor.
En un momento sentí el peso de un  cuerpo sobre el mío, abrí los ojos y mi mirada se encontró  con la suya. Sus ojos me observaban de una manera dominante y perfecta. Su aliento dulce me llenaba la boca. Nos besamos apasionadamente. Su piel desnuda sobre la mía excitó todos mis sentidos. Con un pequeño movimiento de su cuerpo me penetró suave pero intensamente. Llevamos un ritmo acompasado y sabroso, nuestros besos se transformaron en un intercambio constante de energía pura. Sus movimientos lentos y profundos me llenaban toda. Fuimos alcanzando juntos un clímax intenso. Pude sentir como aumentaba la vibración de su sexo dentro de mí, hasta que explotamos juntos. Mi cuerpo temblaba entero, mis sentidos se desprendieron  de mí por varios segundos.
Cuando los recuperé lo vi. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, me beso con ternura extrema y se tendió a mi lado.
-Quiero entender- le dije.
-No hay mucho que entender- dijo- no te llamo Princesa como un apodo cariñoso. Realmente eres una Princesa de una raza más antigua que la humanidad y has reencarnado en esta bella mujer. Tu espíritu ha vagado a través de la historia buscando un humano merecedor de recibirlo. Mi única tarea era despertarte, hacer que tomaras conciencia de quién eres. Pero cuando tuve tu sangre en mi boca y tu esencia me invadió de golpe ya no pude renunciar a ti. Me he convertido en tu esclavo, deliro constantemente con tu piel y tu cuerpo. Borraba el recuerdo de nuestros encuentros de tu memoria porque no estoy a tu nivel querida Princesa, no debería tener acceso a tu cuerpo sin que tú me lo ordenes.
Lo miré incrédula y me reí de lo que me decía, no podía creerlo. ¡Que hombre hermoso! En el se notaba la ausencia total de humanidad. Su rostro no reflejaba ninguna edad, sus ojos parecían los de un animal salvaje. Su piel suave tan suave como la mía. No podía entender como ese hombre increíblemente bello no me merecía.
Me miró.
-¿No entiendes verdad? Soy un simple súbdito. Si tú quisieras podría ser tu alimento. Tienes la prueba de tu linaje en tu mano, solo tú tienes el poder de devolver la vida. ¿Qué crees que hiciste con la chica rubia de hoy? Normalmente cuando uno de nuestra especie bebe la cantidad de sangre que tú bebiste de ella, simplemente la mataría. Pero tú la volviste a traer a la vida y la trajiste limpia de las emociones que la estaban destruyendo-  me di cuenta que todo lo que me decía era verdad, yo sentí el cambio que ella tuvo, la sentí renacer.
-Pero debes entender una cosa  Princesa. Que yo sea siempre para ti, no significa que tú seas siempre para mí. Esa hambre que sentiste cuando estuviste con la chica, nunca se saciará, crecerá día a día. Eres un espíritu antiguo e inmenso. Te alimentas de emociones intensas; no te alcanzará mi cuerpo ni el de nadie Princesa.


martes, 28 de febrero de 2012





Capitulo 3

En mi mente resonaron sus palabras. “Tú eres la única, eres mi princesa ansiada”. “Ansiada”…; me ha deseado, me ha esperado, me ha elegido. Si yo soy su princesa ¿Quién es él? ¿Por qué no se da a conocer? Intente volver a dormirme, pero todas estas preguntas repitiéndose en mi cabeza no me lo permitieron.

Me levanté y decidí que tenía que comer algo, pero lo único que podía tragar eran frutas. Comí todas las que había en la casa. Un sonido extraño llamó mi atención venía de las ventanas ¿qué podía estar detrás de unas  ventanas en un décimo piso? Me acerque a la que tenía más cerca. Las gruesas cortinas no me dejaban ver hacia fuera las corrí de golpe. Millones de mariposas rojas y blancas se golpearon contra el vidrio moviendo sus alas. Era un espectáculo extraño pero hermosísimo, abrí la ventana para liberarlas del vidrio. En vez de irse hacia el exterior todas entraron de súbito cubriéndome por completo. Sus patitas me hacían cosquillas y era como si me llenaran de besos, después de unos minutos se fueron volando por la ventana.
Me vestí y salí a la calle tenía un deseo incontrolable de ver flores y árboles así que me fui al parque. Allí podía estar tranquila porque a esa hora de la mañana casi no hay personas. Estaba caminando por un sendero y en un momento miré hacia mis espaldas y me sorprendí. Una fila de muchos perros y gatos de varios tamaños me seguían a un paso pausado. Parecían ovejas siguiendo al pastor, no se miraban entre ellos. Llevaban una paz extraordinaria. Todos me miraban fijamente y sentía en sus ojos el amor incondicional que sienten las mascotas por sus amos.
Me senté bajo la sombra de un pino enorme y cerré los ojos dejando que se me llenaran los pulmones con el aire verde y fresco que reinaba en el lugar. Estaba sumergida en delirios sin poder concentrar mi mente en nada cuando alguien junto a mi tomó mi mano. Su olor me llegó de golpe, abrí los ojos. Era un joven tremendamente atractivo, rondaba los 20 años, estaba vestido de jeans y remera. Sus ojos verdes me veían con la misma expresión con la que hace unos minutos me miraban los animales; ese hombre quería ser mi mascota. Mi corazón latía con fuerza sabía lo que mi sangre me estaba pidiendo. Mi sed y mi hambre se manifestaron de golpe. Su olor me estaba embriagando. Deseaba su sangre caliente y joven. El se me acercaba cada vez más, se me estaba entregando. Pero  yo no podía robarle el tesoro de su vida; me desprendí de su mano y salí corriendo. El se levantó y alargó un brazo hacia mí en un gesto suplicante. Realmente ese muchacho esperaba que yo lo mordiera.
Corrí y entré a un supermercado repleto de gente, llené un carrito de todo tipo de frutas y me fui a mi casa. Las comí con un hambre voraz, quería dejar de sentir esa angustia de muerte. Lloraba desconsoladamente, no quería transformarme en eso que estaba naciendo en mí. Veía el rostro del joven del parque y sentía su olor. Recordé las facciones de la chica que entró a mi boutique, ahora comprendí ellos venían para saciar mi hambre.







 Capitulo 4


Me quedé tirada en el suelo de mi sala llorando en posición fetal. No podía dejar de pensar. ¿Qué iba a pasarme? ¿Y si continuaba resistiendo el ansia? ¿O si no resistía más? ¿Qué pasaba si mataba a alguien? ¿Y qué pasaría si no moría más? ¿Viviría una eternidad seducida por un amante que no me permitía sentir su cuerpo? Me quedé dormida entre lágrimas y jugo de frutas.
En mi sueño estaba parada en una habitación blanca y pulcra con forma exacta de cubo. Con una única puerta de un color rojo vivo. Exactamente de ese color era el vestido que yo llevaba puesto. La puerta se abrió y él salió, vestía un traje negro, tan negro como su pelo, su piel era blanca y lisa.
Su mirada negra y profunda me penetraba escudriñando mis deseos y secretos. Yo sentía que el podía ver dentro de mí. Sentía mi corazón latiendo a toda velocidad y mi sangre corriendo por mis venas como si quisiera salir a borbotones de mi cuerpo.
Levantó su mano y acarició mi rostro, prestando mayor atención a mis labios entreabiertos. Luego la dejó apoyada sobre mi corazón, podía sentir el hielo de su piel atravesando la mía. Yo apoyé mi mano contraria en donde debía estar su corazón, pero allí no latía nada.
Le pregunté:
- ¿Quién eres tú? ¿Por qué a mí?
Tomó mi mano con su mano libre y la acercó a su boca. Sobre la palma me besó, su beso se sintió como un agudo puñal y el dolor me despertó.

Había estado dormida por horas y no desperté en el suelo, donde había quedado dormida, sino en mi cama. Esta vez no había rosa alguna, sino millones de pétalos que me cubrían cual aromática colcha. Me levanté de golpe y miré mi mano, tenía marcado a fuego el signo de infinito. Quedé mirándolo preguntándome ¿qué significaba eso? Cuando de repente desde los pétalos de rosa se levantó una nube de mariposas que no me dejaban ver nada. Por unos segundos intenté apartarlas de mi  rostro hasta que se fueron solas.
Cuando pude ver, noté que en mi regazo estaba su mensaje:

quieres saber quién soy: para el mundo de las tinieblas, Soy el Rey;
 Para tu alma de luz Soy un simple Esclavo”



Continuará... 








domingo, 26 de febrero de 2012

La Noche de la Princesa (el cuento)


 Capítulo 1




Me desperté sudando, tenía las sábanas pegadas y estaba desnuda. Junto a la cama estaba la ropa con la que me acosté esa noche. Noté al moverme que todo el cuerpo me dolía  tanto como el día posterior a la primera clase de aeróbicos. La sed que sentí me hizo estirar la mano hacia la mesita junto a mi cama. No encontré allí el vaso con agua que siempre dejo. En su lugar una rosa negra con un lazo de igual color me esperaba. La tomé, una tarjeta la acompañaba, nunca había visto esa caligrafía no la conocía, sólo decía… “gracias princesa por ser tan deliciosa”.

De repente me sentí mareada y con mucha sed. Una náusea profunda me hizo correr al baño, tomé agua directamente del grifo. Que mal sabía. El horror llegó de súbito cuando alcé la vista y me miré al espejo, casi no pude reconocerme. Tenía el pelo más negro que nunca y resplandeciente. Mis rulos rebeldes se habían convertido en rizos perfectos y largos. Mi piel se veía blanca y casi transparente. Mis ojos estaban inmensos, brillantes, fulgurosos de un negro tan intenso y profundo que me asustó.

Pero por qué me sentía tan débil, tan exhausta. Entonces vi la mancha violeta en mi cuello, era la marca de un beso eterno, un beso de muerte. Quedaba apenas la cicatriz por donde bebió mi sangre. Me sentí helada y entendí.
Fue una noche de nupcias con un amante maldito. Pero no dejó ni un rastro en mi memoria de su presencia, de sus caricias, de sus besos. Solo muchas preguntas ¿Sabré quién es? ¿Volverá? ¿Realmente soy  su princesa o solo una víctima más?







Capítulo 2 






 Estaba frente al espejo y no podía dejar de mirarme, nunca me había visto así. Siempre estuve lejos de los cánones de belleza pero aún así siempre me dijeron que era bonita. Pero ahora todos mis rasgos se habían acentuado de un modo tal que parecía haber nacido devuelta. Me veía como si viniera de otro mundo.  Me di cuenta que no podía salir a la calle con este peinado de princesa y con esta mirada del más halla. Me lavé la cara, intenté despeinarme y como no lo logré, até los rizos en una perfecta cola de caballo. Me vestí y cubrí mi cuello con una chalina, debía ocultar su beso.

 Salí, no podía quedarme en casa, estaba viva y la vida continuaba afuera. Mientras fuera así, las obligaciones cotidianas me esperaban. Caminaba por la calle y sentía como si no tocara el suelo, como si flotara a través de la ciudad que empezaba a despertar. Fueron varias las personas que se cruzaron en mi camino y todos,  tanto hombres como mujeres se quedaban viéndome. Parecía que buscaban mi mirada, sin embargo yo temía mirarlos. En realidad me asustaba que vieran mis ojos, que les llamara demasiado la atención la expresión que ellos tenían. Empecé a caminar más deprisa, sin fijar la vista sólo deseando llegar pronto a mi negocio.

Hacía poco que había logrado abrir esta pequeña boutique donde vendía y compraba ropa usada, tenía una tendencia bastante extravagante. Desde unos meses atrás, motivada por mis amigas, decidí mezclar entre las prendas, algunas que yo misma diseñé. Pero era cómo si los clientes las reconocieran, cómo si supieran que no tenían marca, porque no había logrado vender ninguna. Este pequeño local era como una extensión de mi casa. Ahí podía sentirme verdaderamente cómoda y protegida. Allí sentada, bocetando  diseños nuevos podría recuperar la cordura.

Pasaban las horas y yo me había abstraído completamente de la realidad. Dibujaba sin parar, sin prestar atención ni al lápiz ni al papel. En determinado momento sentí  un aroma suave y delicioso. Mi estómago gruñó, recordé qué en lo que  iba del día no había probado bocado. El aroma se intensificó y pude saborearlo. Entonces una voz a mi lado dijo:

- Hola.

Olvidé que había decidido no mirar a nadie a los ojos y levanté la vista rápido. Ahí estaba parada frente a mí la  fuente de ese olor exquisito. Cuando su mirada se detuvo en mi, su expresión de señorita educada y superficial cambió de golpe. Fue como si hubiese quedado encandilada ante mis ojos. Noté que cambiaba su aroma y empezaba a notarse una pizca de miedo, sumisión y deseo, y sus ojos a punto de estallar en lágrimas decían lo mismo.

Cuando le hablé salió del sopor, pero no dejó de mirarme de la manera que lo hacía. Se quedó allí varias horas y compró todas las prendas que yo había diseñado. Era como si con solo tocar la tela y sentir mi esencia en las mismas, sintiera la necesidad de poseerlas. No las miraba, se las probaba y se llevaba todas. Aún las que le quedaban muy mal. Se fue con los brazos cargados de bolsas y con su cuerpo encendido. Yo podía percibir su calor, su excitación. Podía darme cuenta que ella no se quería ir. Y yo quería que se quedara, pero no hice nada. Se fue dejando su olor y su sabor pegados a mi paladar. Mi pulso estaba acelerado y otra vez estaba empapada en sudor, sin embargo me sentía helada.

Ya era de noche así que volví a casa. Mientras me duchaba repasé las cosas que me habían sucedido hoy. Todo era tan confuso, todo estaba tan fuera de mi idea de realidad. ¿Qué había pasado hoy con esa chica? ¿Qué era lo que mis nuevos instintos me estaban  pidiendo que le hiciera? ¿Por qué podía oler sus emociones de esa manera tan fuerte? Observé mi cuerpo desnudo frente al espejo, las gotitas de agua brillaban en mi piel de papel. Mis redondeces se veían como una fruta madura, estaba hipnotizada ante mi imagen. Quedé en una especie de trance y caminé lentamente hacia mi cama, sentía que una extraña fuerza me llamaba.

Me acosté, cubrí mi desnudez con esas sabanas rojas que nunca compré. El trance aumentó poco a poco. Un cosquilleo que comenzó en mis pies y manos se esparció por todo mi cuerpo. Creció hasta convertirse en una vibración tibia y constante. Cuando ya no podía moverme ni abrir los ojos, sentí su beso helado en mi boca, su lengua abrió mis labios y lo besé con una pasión tan intensa que me dolió el pecho.

Me desperté con un gemido ahogado que nacía desde mis entrañas. Era producto de una mezcla de placer y dolor. Lloré con desconsolada angustia, no quería despertar.
Sobre mi vientre la rosa negra sostenía su mensaje:
tú eres la única, tú eres mi princesa ansiada”

continuará....

viernes, 27 de enero de 2012

Levantaré las piezas de tu cuerpo inerte
intentaré rearmar el rompecabezas de tu mente
sellaré cual cemento frío las grietas que recorren tu alma
rehacerte será mi desafío
volver a desarmarte en mil pedazos
mi placer
cada una de las lágrimas que te seque,
serán nuevas gotas que de tus ojos broten


Infinitos alaridos arrancaré
interminables ansias despertaré.

lunes, 16 de enero de 2012

Cien Minutos

Te cubrí en mi red plástica
como un insecto a punto de ser devorado


Fuiste un perfecto capullo dentro de mis entornos
cien minutos de inmovilidad
cien minutos en los que se encontró tu mente con tus sentidos
tu cuerpo aislado
tus oídos percibiendo mis ruidos
tu nariz descubriendo mis aromas


Ausencia de imágenes
ausencia de movimientos
tu sexo expuesto y entregado
tu espera ante lo inevitable


Cien minutos sin saber si te torturaría
Cien minutos sin oír mi voz dirigiéndose a vos


De repente una alfiler traspasa la cinta buscando tu pezón
recorriendo tus muslos
un fino e infinito pinchazo del que no hay manera de escapar


Tu oxígeno es mínimo
tu espacio no existe más


Yo te cuido y alimento en tu prisión de orugua
porque serás mi pequeña mariposa


Sentís mi pié estrujando tu virilidad
y la exitación se derrama
desde tu cerebro
para destrozar tu cuerpo que ya no tiene opción.


Ante mis voz diciéndote
ACABÁ!!
y mi pié acariciando el temblor de tu pequeño volcán
haces erupción
estallando en un chorro inmenso que bañará el plástico marrón
que te estruja y protege


Te doy a beber de tu propia leche
la que te transforma
y que erá tu último alimento
como gusano


Porque al cortar la cinta,
al liberarte de tu capullo
además de las marcas rojas me encuentro
con tu nuevo rostro de mariposa
mi dulce y bella mariposa