Capítulo 10
La boda transcurrió con normalidad, durante la ceremonia mi posición
de dama de honor me ubicó justo frente a Santiago, no pude dejar de observarlo,
que delicia de hombre, el olor de su perfume se mezclaba con el aroma a
virilidad que brotaba de su cuerpo. El notó mi mirada y en ningún momento se
incomodó, mantuvo su postura firme, me enfrentó serio y persistente se notaba
la mezcla de curiosidad y deseo. Era evidente que si realmente estaba
comprometido, algo en el mismo se estaba quebrando. Mordí mi labio inferior
humedeciéndolo y bajé mi mirada desde sus ojos a su boca, el entendió el gesto
y sonrió. Su sonrisa fue un “si, también me gustas”. El mundo no existía para mí.
Yo estaba perdida en la idea de que mis labios estuvieran a 2 centímetros de
los suyos susurrándole cosas hasta comernos la boca mutuamente.
Cuando terminó la ceremonia me escabullí enseguida hacia el baño tenía
que sacarme ese vestido horrible, tenía de repuesto un vestido negro sin
espalda y con un escote tan profundo que
el vestido parecía estar dibujado sobre mi piel. En la fiesta revolotee,
bebiendo algunas copas, observando a la gente, conversando con mis amigos.
Podía sentir la mirada de Santiago clavada en mí, recorriendo mis hombros redondeados,
mi espalda desnuda, mis pechos que con cada movimiento parecían querer escapar
del escote. Su prometida lo sostenía con fuerza de un brazo pero no le prestaba
mucha atención solo hablaba con otros comensales. Caminé directo hacia él. Y rozándolo
con mi perfume de mujer a punto de estallar de calentura, lo miré profundamente
a los ojos y apenas le sonreí. La invitación estaba hecha.
Salí del salón y camine por el pasillo hasta llegar a una pequeña
habitación con la puerta cerrada pero sin llave. Entré dejándola entreabierta a
mis espaldas. Cuando giré el estaba allí. Tomó mi mentón con una mano
empujándome contra una pared. Me observó de cerca unos segundos.
-Estabas tardando-, le dije, y me besó profundamente, recibí su beso
con la boca abierta, nuestras lenguas se enredaron acariciándose violentamente
mientras nuestros labios se devoraban ansiosos. Se alejo unos pasos y sin
soltar mi cara con su mano firme pero dulce y mirándome intensamente me dijo:
-¿De dónde saliste?- No respondí, solo lo miré fijo con mi boca
entreabierta y saboreando los restos de su saliva en mis labios. Me giró rápido
mis pechos quedaron apretados contra la pared y también mi mejilla derecha. Todo
el peso de su cuerpo caía sobre mí, mientras su aliento acariciaba mi oreja produciéndome un cosquilleo intenso y cálido.
Su mano izquierda siguió el camino desde la base de mi cuello recorriendo toda
mi columna vertebral hasta el comienzo de mi trasero, dejando que unos dedos se
deslizaran por el escote infinito
-Adoro cuando las mujeres
olvidan la ropa interior- dijo, y esa misma mano ascendió recorriendo mi
cintura hasta encontrarse con uno de mis senos que con la presión sobre la
pared ya comenzaba a escaparse del vestido. Mientras sus dedos jugueteaban con
mi ya duro pezón su otra mano se dedicó a levantar mi vestido mientras
acariciaba primero mi pierna luego mi trasero para adentrarse en busca de mi ya
empapada vagina. Acarició los labios mayores tan solo unos segundos porque la
humedad que allí encontró facilitó que sus dedos se perdieran dentro.
-Desde que te vi ayer, supe que te tendría dentro de mí- le dije con mi
voz cortada por la excitación. Acercó sus dedos empapados en mis jugos a mi
boca frotándolos por mis labios. Mientras una de mis manos ya se había
deslizado bajo su pantalón y apretaba suavemente al tronco de su falo erecto. La
humedad que lo cubría era la señal de cómo su
lujuria iba en aumento. Notaba su virilidad creciendo mientras mi mano
lo recorría sin parar, separando la piel de su glande hirviente cada vez que
iniciaba el recorrido.
-¡¡No aguanto más- me dijo- no sé quién sos y no me importa, quiero
cojerte ya!!
-Si lo haces ahora, voy a ser para vos todo lo que siempre quisiste-
le dije. Dio un paso atrás para girarme y cuando quedamos enfrentados,
aproveché para desabrocharle el pantalón que cayó junto con su slip quedando
enrollado en sus tobillos. Él desabrochó mi vestido, que apenas se sostenía
alrededor de mi cuello, y deslizándose quedó en el suelo. Quedaron ante sus ojos
mis pechos con forma de gota perfecta. Mi cintura pronunciada y mis caderas
redondeadas de hembra diseñada para el placer. Yo lo miraba con voracidad, el
sabor de su saliva el olor de su sexo firme, la tersura de su piel ya habían despertado
mi hambre de vampiro. Deseaba tragármelo entero pero más que nada deseaba que
hundiera ya su pene en mi. El quedó helado ante mi imagen, todas mis feromonas
lo atacaron de golpe. Estaba gozando solo con verme.
Lo acaricié suavemente desde los testículos y subiendo por su verga
que parecía a punto de explotar con un suave tirón lo acerqué a mí. Acerqué mi
boca a su oído y le susurré
-Ya la quiero adentro- esa frase lo saco del sopor. Tomó mi cintura y
yo introduje su pene duro y mojado en mi vagina que se abría completamente
dejándolo penetrarme suave y profundamente. Podía sentir como
el néctar de mi deleite lo bañaba, como mis labios lo tragaban y él se
sumergía en mí intensamente. Mis piernas lo rodeaban atrayéndolo, sujetándolo,
permitiendo que me embistiera casi brutalmente. Mis jugos empapaban su ingle
sus piernas y las mías, mi clítoris se presionaba contra su pene, mientras
entraba y salía de mi.
Pudimos escuchar voces en el pasillo que estaba justo detrás de la
pared en que nos apoyábamos. Identifiqué una de las voces, era ella, su chica,
le preguntaba a alguien si lo había visto. Estaba allí. Una pared la separaba
de su novio que gozaba en silencio. Yo sentía los gemidos atragantados en mi
pecho y aún más excitada por saber que ese macho hermoso me cogia con todas las
ganas del mundo, mientras escuchaba la voz de la mujer a la que le prometió
matrimonio. Sentí como desde lo profundo de mis entrañas nacía una onda
expansiva que estaba convirtiéndose en uno de los orgasmos más grandiosos que
he tenido. Lo apreté fuertemente con mis piernas dejando que los espasmos de
placer recorrieran mi cuerpo mientras su pene latía dentro de mi y saltaba
frenéticamente al tiempo que su semen tibio llenaba mis genitales, los dos
hervíamos y no podíamos dejar de acariciarnos y besarnos.
-Prométeme que te voy a volver a ver- me dijo. Lo tomé con ambas manos
del rostro y le dije:
-Desde el momento en que te elegí, sos mío. Me vas a ver mucho más de lo que crees, yo sé cómo
encontrarte- y lo besé en la boca, fue un beso dulce, un beso casi romántico.
-Ahora tenés que volver con tu novia antes que piense que te
escapaste- se vistió y se fue. Yo me vestí, esperé un rato largo antes de salir
y me fui directo a mi casa.
Esa noche dormí y soñé con su deliciosa sangre que no probé ni
probaría nunca, no el sería mío sin trucos…
Que joya de blog, está hecho con exquisito buen gusto y está lleno de feminidad lo cual me encanta. Te envuelve como un sueño.
ResponderEliminar¿Los dibujos son también suyos LadyK?, son maravillosos.
Muchas gracias por compartirlo con otras personas.
Si estimado los dibujos también son míos.. Agradezco mucho su comentario.
ResponderEliminar