miércoles, 28 de marzo de 2012





Capitulo 8

Llegue a mi casa, apenas atravesé la puerta percibí dentro una presencia extraña; aún estaba oscuro pero comenzaba a amanecer. Di dos pasos y una fuerza extraña me tiró hacia la pared.
 -Hace horas que te espero- me dijo. Sentía su aliento frío en mi cuello, su pecho agitado sobre el mío.
-¿Qué estás haciendo Princesa? no te estás alimentando por completo. Sólo estás quedándote con sus emociones y sentimientos. Los humanos se destruyen a sí mismos con esas emociones que tu te tragas, debes comprender cuál es el motivo de tu presencia en este mundo. No has venido aquí solo para redimirlos, debes elegir aquellos que de verdad te alimenten, y debes matarlos. En tu corazón humano ya está latiendo el espíritu de la asesina que eres.
Me excitaba mucho su cuerpo contra el mío, el movimiento que con su mano hacía contra mi trasero y la manera como rozaba su pubis contra mí. Pero lo que más me estaba enloqueciendo era su voz áspera susurrando en mí oído y las palabras que pronunciaba. Me hablaba de sangre, de sexo, de locura, de muerte.
Entendí todo. Mi deber aquí era sembrar una semilla en los humanos. Una semilla oscura que para muchos significaría dolor, para otros, muerte. Y para muchos otros, libertad.
Lo bese muy profundamente con mi boca semi abierta y mi lengua dispuesta a encontrar pronto la suya. Apreté mi cuerpo contra el suyo en clara muestra de deseo, el tomo mis caderas y me alejó.
-Debes entender que no tengo ningún derecho a poseerte Princesa- lo miré fijamente,  tomé su rostro con mi mano y le dije:
- Lo que he entendido es que tú eres mío y serás mío de la manera que yo más quiera. Y en este momento no me importa nada lo que pasa afuera, sino que en mi interior hay un deseo intenso de sentirte dentro de mí. Un deseo de que me hagas sentir tu piel contra mi piel, de que tu boca recorra mi cuerpo. Que tragues cada uno de mis jugos. Que sientas como te abraza mi carne, como te domina mi ser. Si es verdad que eres mi esclavo, quiero que hoy te quedes aquí. Y que tú tragues mis emociones desesperadas. Que me hagas explotar y gritar. Que no pueda sentir ni un músculo tieso. Y que el calor de la explosión, quite de mi esta sensación de vacío inmenso.
 Me miró me beso y rodamos por el suelo, hizo todo eso y mucho más, hasta que quedé dormida.

Un par de horas después, me despertó el teléfono, cuando se activó la contestadora. Escuché una voz conocida que hacía mucho tiempo no escuchaba. No lo podía creer era el hombre que hace mas de dos meses me rompió el corazón cuando lo descubrí teniendo sexo con su vecina del piso de arriba. ¿Me está llamando y quiere verme?, de repente se me ocurrió algo.
-Mmm, este pendejo debe saber rico. Ok,  querés verme, entonces nos veremos por última vez… a vos querido… no te voy a tener piedad.
Me vestí con la ropa que sé que le gusta, me maquillé y me fui a buscarlo, pero antes, llamé a su querida vecina, y con un poder que no sabía que tenía me hice pasar por él… -¿podes pasar por casa en una hora? Te extraño…- ella me creyó.
Llegué en menos de una hora y sin dejar que el dijera nada lo besé. Se entregó tan fácilmente. Lo llevé a la cama y lo deje atado a la misma y con los ojos tapados.
 -Hoy tengo ganas de jugar- le dije -sé que te va a gustar- puse la música alta para que no escuchara el timbre. Y cuando su vecina llegó usando mi perfecta imitación de la voz de él, le dije que entrara con los ojos cerrados. Lo hizo como la trola estúpida que es, riéndose con esa risita de nena boba y alzada. La llevé hasta el dormitorio y no abrió los ojos, allí se los tape con un pañuelo.  A él le tape la boca y le destapé los ojos.
-Quiero que veas a qué y con quién quiero jugar- le dije al oído.
Creo que no supo que pensar cuando me alejé de él y me acerqué a ella desde atrás tomándole los pechos con mis 2 manos y besándola en el cuello. Deslicé una de mis manos y le subí la falda para introducirla  bajo su ropa interior. Ella se retorcía con mis dedos y el perecía excitado, muy excitado. La dejé ahí parada sin poder moverse casi como una muerta en pie y  excitada. Me trepé en la cama hasta quedar en cuatro patas arriba de él.
 -¿Te gusta verdad? Esto te va gustar más…
 Baje con mi boca por su vientre hasta llegar a su ingle y recorrí su miembro con mi lengua húmeda. Su olor me dijo todo… él sería mi primera víctima verdadera. ¡¡Por infelíz!! ¡¡Y por estúpido!!¿Para qué quiso volver?
Se lo lamí por unos minutos para que se ilusionara con el placer máximo. Cuando aumentó  por completo la presión sanguínea en su virilidad, lo mordí y esta vez si me tragué  toda la sangré con voracidad ilimitada. Dejando que llenase mi cuerpo y me saciara el deseo de hacerlo sufrir. Cuando note que ya no respiraba lo dejé y me acerque a su adorada vecina, que seguía parada allí inmutable. Aun disfrutando de la sensación que mis manos habían dejado en su  piel, me acerqué y la bese en la boca dejándosela llena de la sangre de él y desaparecí de allí. En el segundo que reaccionó y lo vio bañado en sangre sobre la cama, levanto su mano tocando la sangre en sus labios.
No pudo recordar nada, quedó así, parada como si nada, pensando que ella misma lo había matado. 

jueves, 8 de marzo de 2012


    


Capitulo 7


        Me desperté sudando, las sábanas se pegaban a mí como una segunda piel. Mi cuerpo estaba vigorizado, mis sentidos alertas. Yo me sentía completamente feliz, pero ¿era "feliz" la palabra que realmente describía mi estado emocional? Podía decirse que si, era una especie de felicidad con un pequeño sabor a perversidad lo que yo sentía. Por primera vez en mi vida tenía poder, dominaba algo, solo debía descubrir cómo usarlo, en qué podía beneficiarme.

         Me asomé a la ventana, ¿recuerdan que vivo en un décimo piso?, desde allí podía  distinguir el olor de las personas que transitaban por el lugar. Olí al tímido, ese que no sabe como declararle su amor a su compañera de trabajo, olí a la arrogante estudiante de derecho que cree ser la única merecedora de la beca al exterior para su generación. Y me llegó el sabroso aroma de una pareja que se propinaba cariñoso amor en un coche estacionado a una cuadra de aquí. Era una combinación exquisita. El deseo desenfrenado e herviente de él y el calor de ella. Que crecía cuando el le hablaba y acariciaba dulcemente y descendía de golpe cuando la estrechaba con mayor fuerza.

       Esa indecisión de ella, a él lo desesperaba más. Me resultó que esa emoción de querer y no querer debía saber muy bien. Cerré lo ojos para concentrarme en esos deseos esquivos, en esa pasión de a ratos. Tanto me concentré que cuando abrí los ojos estaba parada allí junto al coche. La noche los ocultaba de la gente, el quería poseerla ahí mismo, ella no podía decidir qué quería. Los observé de cerca, ellos no podían verme, el comenzaba a levantarle la falda mientras besaba su cuello, ella se reía quieta dejándose besar y dejando que la mano llegase hasta avanzado su muslo para allí detenerlo.
 -Por favor aquí no- el retrocedía, no para detenerse sino para tomar impulso. Se había transformado en una danza de retroceder y avanzar y era ella la que llevaba el ritmo.

        Mi pecho se inflamó con el olor que ella emitía, era aún más fuerte que el de él. Era un olor narcótico; sentí como mi esencia se fundía con su aroma y mi cuerpo se diluía para convertirse en un vapor espeso de un perfume indecente. Transformada en vapor entré al coche y recorrí el cuerpo de él analizando las emociones que provocaba en ella, sentí claramente lo que pasaba allí. De verdad lo desea pero sabe que a todas las que seduce dejan de ser instantáneamente importantes para él. No valora a ninguna mujer. Sentí exactamente lo mismo que ella, lo odié y lo desee con todas mis fuerzas.
Me deslicé dentro del cuerpo de la chica en una de sus inspiraciones y cuando él le acariciaba un pecho abrí mis ojos desde allí dentro. Supe que yo tenía todo el control, lo observé y pensé... -ahora tú macho irresistible serás mío-. Tomé la mano que acariciaba mi pecho por encima de la blusa, él se dispuso a retroceder, pero acerqué su mano a mi boca y pasé mi lengua por su dedo humedeciéndolo y sin dejarlo reaccionar lo introduje a través de mi escote; me miraba sin poder creer, quiso avanzar encima de mí para besarme, pero no contó con mi fuerza, de golpe volvió a quedar sentado en su asiento, pero conmigo sentada en su regazo, no pudo emitir palabra porque cerré su boca con un beso profundo.
En 3 minutos yo ya no tenía blusa y el no tenía pantalones, estaba tan rígido y yo tan lista que fue muy fácil hacerlo entrar en mí, resistió bien el abrazo de mis piernas y se dejó llevar por mis movimientos de desenfreno, en un momento quiso controlar la situación y no pudo; cuando sentí venir mi orgasmo y supe que provocaría el suyo le permití llegar casi al final y en este preciso instante, mordí su cuello con la misma fuerza con la que acabé. El explotó multiplicado por 2, sentí como ambos líquidos me llenaron de golpe, su sangre llegó hasta mi garganta, su semen hasta mi matriz. Cuando lo miré supe que murió con placer, no iba a regalarle eso. De mi mano marcada comenzaba a brotar su sangre limpia la coloqué sobre su herida abierta y mientras su cuerpo la absorbía con hambre le susurré al oído... -este es el fin de tu preciada libertad, a ésta mujer la amarás sumisamente-. Y me fui de allí como vapor espeso, llevando en mis entrañas su voracidad de seducción para acrecentar la mía.
Ellos quedaron allí, ambos dormidos, embadurnados en aromas y fluidos de pasión.






lunes, 5 de marzo de 2012







CAPITULO 5



Sentí como una chispa de alegría en mi corazón. ¿Soy tan importante para alguien como para sentirse mi esclavo? ¿O acaso realmente es así? ¿Tal vez sea verdad que me estaba buscando? No para darme el  regalo de la inmortalidad. Sino para despertar un don que ya vivía dentro de mí desde siempre. Necesitaba respuestas. Miré la hora. El reloj marcaba las 23:30. Ya era tiempo que saliera a descubrir que estaba esperando por mí, oculto en la noche. Caminé por la calle un rato largo como sin rumbo. Una sensación en mi pecho era mi guía. Me detuve frente a una puerta de donde salía una música extraña, profunda, como salida desde el centro de la tierra. Sentí un calor intenso entre mis piernas, esa era la señal allí me esperaban.
Entré, el lugar estaba apenas iluminado con una luz color rosa que apenas permitía ver a la multitud que bailaba a un mismo ritmo. Como si fueran todos un mismo cuerpo unido. Los haces de luz blanca llevaban el ritmo y me dejaban ver los rostros eufóricos y sudorosos que inspirados por un éxtasis de otro mundo solo se dejaban llevar por la música.
Miré el lugar más detenidamente, todos se veían hermosos. Hombres y mujeres tocándose, besándose, saltando, riendo y gritando. Caminé entre la multitud. Ellos no percibían mi presencia. Yo sentía como si todo el calor y la vida que latía en sus corazones alimentaban mi alma. Me estaba transformando por dentro. Todos mis sentidos estaban alerta. Entonces, entre todos los olores del lugar uno me llenó la boca y entró a mí, despertando mi sangre. La busqué y la encontré abrazada a un hombre muy guapo y notoriamente adinerado. Era ella, la joven de la tienda. Era la mujer más bella del lugar y también la más frívola. Solo con concentrar mi vista, mi oído y mi olfato en ella comencé a percibir sus emociones y deseos. Era una de esas jóvenes que se ha dejado encandilar por esta sociedad consumista y perversa en la que vivimos. Ella solo ha aprovechado los atributos que le regaló la naturaleza. El hombre que estaba a su lado se veía completamente encandilado e incluso manipulado por su personalidad de niña de aparente inocencia pero decidida sensualidad. Pude oler claramente los sentimientos de ella hacia este hombre y no eran de amor, ni mucho menos de deseo, sino de necesidad. La de ser parte de una posición a la que ella no pertenece. También sentí su temor a que el encontrara a otra más capaz de satisfacer sus deseos.
En determinado momento ella notó mi presencia y su mirada quedó fija en mí.  Pude darme cuenta qué era lo que yo despertaba en ella. Un deseo incontrolable de abandonar ese proyecto de vida tan vacío que se armó. La miré fijamente y le sonreí con ternura. Instintivamente caminó hacia mí. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que ambas sintiéramos nuestros alientos intercambiarse; la tomé del brazo y la saqué de allí.
Su sangre sabía a perfume caro, demasiado dulce para mí. Casi no pude tragarla. Cuando ese sabor invadió mi boca me alejé de golpe. Pero ella me miraba suplicante quería que continuara. Como si mi mordida le produjera alguna especie de placer o alivio. Sin embargo yo, con cada trago solo sentía como sus angustias y frustraciones invadían mi alma. Empecé a sentir por ella un asco profundo. Que persona tan mínima y tan carente de sueños y esperanzas.
Me detuve de golpe, se encontraba apenas consciente, temblando y gimiendo. No sufría, estaba disfrutándolo. Yo sentí de golpe un dolor profundo en el pecho y unas ganas intensas de vomitar. De mi boca salieron volando millones de mariposas negras que se llevaron en sus alas todos los sentimientos de dolor que bebí en su sangre. La marca en la palma de mi mano comenzó a arderme. La observé y sangre comenzó a brotar desde allí limpia y dulce, como miel pura. Apoyé mi mano sobre la cicatriz que yo misma dejé abierta en su cuello. Su cuerpo absorbía cada gota como una planta sedienta. Miré su rostro se veía serena y bella. Su piel bronceada estaba recuperando la tersura extraviada quién sabe cuándo y dónde. Con mi otra mano acaricié su rostro y la besé suavemente en la boca, la sentí suave y carnosa pero aún dormida. Después de unos minutos despertó y me observó con un nuevo brillo en su mirada. Se quedó llorando con la intensidad del alivio profundo, como lloran todos los que han vuelto a nacer.
Yo me fui  de allí sintiéndome más viva y excitada que nunca. Esperaba encontrar en mi cama el abrazo y los besos de mi amante eterno y hermoso. Guardando la esperanza de esta vez poder recordarlo todo.















 CAPITULO 6



Cuando llegué quedaban en mí los vestigios del suceso que acababa de vivir hace unos minutos. Durante todo el camino no dejé de pensar en la piel suave y hermosa de la joven. Todavía sentía en mi boca el sabor de su sangre y en mi cuerpo el calor de su beso. Estaba empapada de deseo; en mi cama no pude evitar acariciar mi cuerpo como si recorriera el suyo. Oía en mi cabeza la música de sus gemidos y sentía en mi vientre el estremecimiento de sus músculos, el palpitar de su corazón. Nunca había sentido deseo por otra mujer y nunca me había masturbado con tanta dedicación, mis dedos se humedecían en mi interior deslizándose hacia lo más profundo encontrado en mi lo que hubiese sido su gozo de haberme atrevido. Fui dejándome llevar por ese placer intenso hasta que deje de percibir el mundo a mí alrededor.
En un momento sentí el peso de un  cuerpo sobre el mío, abrí los ojos y mi mirada se encontró  con la suya. Sus ojos me observaban de una manera dominante y perfecta. Su aliento dulce me llenaba la boca. Nos besamos apasionadamente. Su piel desnuda sobre la mía excitó todos mis sentidos. Con un pequeño movimiento de su cuerpo me penetró suave pero intensamente. Llevamos un ritmo acompasado y sabroso, nuestros besos se transformaron en un intercambio constante de energía pura. Sus movimientos lentos y profundos me llenaban toda. Fuimos alcanzando juntos un clímax intenso. Pude sentir como aumentaba la vibración de su sexo dentro de mí, hasta que explotamos juntos. Mi cuerpo temblaba entero, mis sentidos se desprendieron  de mí por varios segundos.
Cuando los recuperé lo vi. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, me beso con ternura extrema y se tendió a mi lado.
-Quiero entender- le dije.
-No hay mucho que entender- dijo- no te llamo Princesa como un apodo cariñoso. Realmente eres una Princesa de una raza más antigua que la humanidad y has reencarnado en esta bella mujer. Tu espíritu ha vagado a través de la historia buscando un humano merecedor de recibirlo. Mi única tarea era despertarte, hacer que tomaras conciencia de quién eres. Pero cuando tuve tu sangre en mi boca y tu esencia me invadió de golpe ya no pude renunciar a ti. Me he convertido en tu esclavo, deliro constantemente con tu piel y tu cuerpo. Borraba el recuerdo de nuestros encuentros de tu memoria porque no estoy a tu nivel querida Princesa, no debería tener acceso a tu cuerpo sin que tú me lo ordenes.
Lo miré incrédula y me reí de lo que me decía, no podía creerlo. ¡Que hombre hermoso! En el se notaba la ausencia total de humanidad. Su rostro no reflejaba ninguna edad, sus ojos parecían los de un animal salvaje. Su piel suave tan suave como la mía. No podía entender como ese hombre increíblemente bello no me merecía.
Me miró.
-¿No entiendes verdad? Soy un simple súbdito. Si tú quisieras podría ser tu alimento. Tienes la prueba de tu linaje en tu mano, solo tú tienes el poder de devolver la vida. ¿Qué crees que hiciste con la chica rubia de hoy? Normalmente cuando uno de nuestra especie bebe la cantidad de sangre que tú bebiste de ella, simplemente la mataría. Pero tú la volviste a traer a la vida y la trajiste limpia de las emociones que la estaban destruyendo-  me di cuenta que todo lo que me decía era verdad, yo sentí el cambio que ella tuvo, la sentí renacer.
-Pero debes entender una cosa  Princesa. Que yo sea siempre para ti, no significa que tú seas siempre para mí. Esa hambre que sentiste cuando estuviste con la chica, nunca se saciará, crecerá día a día. Eres un espíritu antiguo e inmenso. Te alimentas de emociones intensas; no te alcanzará mi cuerpo ni el de nadie Princesa.